FOTO IZAN
EN CASA DE LOS MARQUESES DE RANTE CON NUÑEZ Y NEY. 2013
CON EL GRAN NEY.
ECHANDOSNOS UNAS RISAS CON ANA
CON PERFECTO El MARQUÉS DE RANTE.JJJJ
Nos iremos al verano de 2011. Tengo la sana costumbre de hacerme una analítica cada año o cada dos años, para que los médicos me digan cómo va mi motor. Desde la primavera de ese año, yo había notado ciertas irregularidades, a las que al principio no le di importancia. El chorro de mis micciones, unas veces era bueno, pero otras se quedaban casi en la punta de mis pies, a veces tardaba demasiado en vaciar mi vejiga. Por tanto en aquella analítica pedí al médico que me hiciese una medición del P.S.A., que ahora se que se llama así. Cuando yo pedí la prueba le dije al doctor (mi doctora de cabecera estaba de vacaciones) "doctor quiero hacerme una prueba de esas de la próstata". Él me miró algo raro y me preguntó el porqué. Yo le dije "es que como recomiendan hacerla a cierta edad y yo ya la tengo, pues creo que me toca" Así quedó la cosa.
Pasaron no sé si quince o veinte días y fui de nuevo a mi centro de salud (centro de saude da Cuña). Ese día ya estaba mi doctora. Mª José Cougil. Me senté en frente de ella y comenzó a ver los resultados de mi analítica. La conclusión es que los parámetros de la analítica daban un P.S.A. alto. Me dijo “nos dan unos niveles altos" por tanto tengo que hacerte un tacto rectal...Hay amigo!!! Eso a lo que todos los hombres tenemos miedo, nos da vergüenza y menos que te lo haga tu doctora. A mi particularmente no pase ni por una situación ni por la otra. Uno ya viene de vuelta de muchas cosas.jjj
Así que me levanto y me dirijo a una camilla al tiempo que la doctora se pone unos flamantes guantes de látex. Yo pensaba que me tendría que acostar en la camilla y a eso iba, cuando escucho, no, no, te apoyas en la camilla, te bajas los pantalones y procura ponerte cuanto más a cuatro patas mejor...En ese momento me acordé de las veces que yo había introducido mi brazo en el recto de más de un caballo, cuando a éste le daba un cólico y rápidamente me dije a mí mismo.... "Te van a dar de tu misma medicina.jjj". Por hala a relajarse y a disfrutar, como diría el otro. Bueno noto como su dedo se introduce por ahí, si por mi recto o culo como le queráis llamar. La verdad es que fue visto y no visto, mejor no fuera a ser que....jjjjj.
Me visto y me dice que mi próstata está algo inflamada, puede ser que sea una próstata muy grasienta, pero ante la duda nos remite al especialista, el urólogo. Comenzaba el recorrido de medico a médico y tiro porque me toca.
Nos dan vez para el especialista, para finales de noviembre. Durante este periodo de tiempo yo no le doy mayor importancia, incluso casi me olvido de la cita. Por fin llega el día de la consulta y me atiende un especialista que resolvería mis dudas.
Entro en la consulta, mira mi expediente y en cuanto vio la edad, torció el morro porque no le hizo ninguna gracia que el médico de cabecera me remitiera e ÉL. Recuerdo escucharle exclamar "estés médicos de familia mucho le gusta enviarnos paciente, para que quieren un examen de este con lo joven que es". Conclusión de la visita, me da una fotocopia con el nombre de unas pastillas que tengo que tomarme durante el próximo mes, que pida cita después para hacerme una analítica y que en febrero volviese por la consulta. Y se quedó tan pancho. Van pasando los días, comienzo mi tratamiento con pastillas, y al terminar solicito la analítica que me habían pedido. Me dan vez par verme de nuevo con el urólogo a finales de febrero, creo que sobre él o 20 o 23 no lo recuerdo ahora.
En mi nueva visita al urólogo, me lee los resultados de la analítica. Diagnostico, la próstata sigue inflamada, el P.S.A. sigue alto , por tanto te solicitaré una biopsia. LA verdad es que cada vez que escuchaba la palabra P.S.A. me recordaba a la famosa fábrica de motores para coches, eses motores que llevan los Citroën y los Peugeot. La sensación y conclusión que saque de mi primera visita al urólogo fue, este tío está ya a punto de jubilarse y nos despacha como churros.
Pasa un mes, dos meses, tres y la famosa biopsia no se da realizado. Cuando me remitieron a hacerme la biopsia, por primera vez y por unos segundo, tomando un café con Ana, se me pasó por la cabeza, que algo bueno no debía de haber ahí, pero reconozco que solo fue un segundo.
Llega el mes de mayo y me acerco a la residencia sanitaria de Ourense ahora llamado Hospital Universitario, a preguntar, que pasa con lo mío?. En información me dicen que no me preocupe que estoy en lista de espera. Vale, pues ya me llamaran!!
Es mediado de junio y por fin recibo una llamada, en la que se me cita para que me realicen un preoperatorio para poder hacer la biopsia. Era un miércoles. Las pruebas consisten en una analítica, un cardiograma y una entrevista con el anestesista, en este caso una anestesista. Realizadas las pruebas, quedo citado para el próximo miércoles, para ser intervenido. Miércoles 27 de junio a las 1 de la mañana tengo que estar en el Hospital Universitario, la residencia para los que somos de Ourense.
Allá nos vamos, Ana, Izan y el menda...contentos como si fuésemos de excursión.jjj
El día 8 de julio lunes, a la hora de la
comida recibo una llamada de teléfono. Es Toñi, una amiga que trabaja en la
residencia sanitaria, la misma a la que me había encontrado cuando desperté de
la biopsia.
Estábamos comiendo Ana y yo, los niños ya
habían comido...Me cuenta que porqué en vez de ir a buscar los resultados de la
biopsia el día 16 de julio, no voy el miércoles día 10. Yo el día 17 de julio
comenzada a impartir un Campus Hípico, en él estaba inscrita su hija Carlota.
Por lo tanto quedamos para ir a recoger los resultados el miércoles día 10.
Cuando cuelgo el teléfono, le comento a
Ana el contenido de la conversación de la llamada, y al final de le digo
"no sé si será bueno o malo, que te den los resultados antes de lo
previsto" y ahí queda la cosa.
Llegó el miércoles día 10. Habíamos
quedado sobre las 10 de la mañana. Me voy con Izan, yo tan contento a escuchar
el resultado del análisis de mi próstata. Toñi ya me está esperando. La sala de
urología de la residencia sanitaria, es una cosa de locos, hay muchísima gente
siempre, la sala de espera está al final de un largo pasillo, en el que hay
consultas médicas a derecha e izquierda del mismo. Casi al final de pasillo hay
una gran sala de espera y por fin llegas a la sala de espera de urología. Muchísima
gente, hacía un calor agobiante, no tiene ventanas ya que la sala está rodeada
por las consultas de los distintos urólogos, solo entra una pequeña bocanada de
aire cuando se abre la puerta de alguna consulta. El médico tarda un poquito,
entonces nos dicen que mejor volvamos a las 12.30. Decimos salir del edificio e
ir a tomarnos un café a una de las muchas cafeterías que rodean el complejo
hospitalario. Durante más o menos una hora que estuvimos en la cafetería,
hablamos de todo. De las clases de equitación de sus hijas, Carlota y Sofía, de
los problemas con nuestros hijos, de política, en fin de todo un poco .. Esa
hora se me pasó muy rápida, buena compañía, buena conversación...
Sobre la hora prevista regresamos a la
consulta. El doctor ya había llegado y tenemos que esperar un poco, en esa sala
pequeña, pero que como ya había muy poca gente, la sensación de agobio y calor
ya no era la misma que hacía una hora antes.
Sobre la una de la tarde me llaman. Entro
en una consulta que está a la derecha de la sala, la primera concretamente. Me
siento en una silla que hay delante de la mesa del doctor, Doctor Bellido. Ese
mismo doctor que cuando yo estaba en la sala de espera para que me hicieses en
la biopsia comentó a su enfermera "el paciente siempre tiene la
razón" y por ese simple hecho ya me caía bien.
Abre mi historial en su ordenador, (el
ordenador está situado a su izquierda), comienza a leer, pasan unos segundos,
me mira un poco serio y comienza su discurso, que textualmente fue el
siguiente.
"Bueno Ángel, me gustaría darte
buenas noticias, pero no es así. La biopsia nos da un resultado malo, hemos
detectado un tumor. De todas las partes biopsadas nos da.... tumor en un 85%
" En ese momento me vine un poco abajo y empezaron a temblarme un poco las
piernas. La primera imagen que se me vino a la cabeza fue mi hijo Izan, que se
había quedado afuera esperando con La Bendita Toñi. El discurso continuó. "
No es una buena noticia, me gustaría que fuera otra, pero dentro de lo malo
tienes que tener en cuenta, que es un tumor, que lo tenemos controlado, sabemos
exactamente donde está"..."si yo como médico me diesen a elegir un
tumor...que me den este porque en el 90% de los casos o más tiene cura"
Yo seguía un poco atónico, sin acabar de
creerme lo que estaba escuchando.
Pero por otro lado, sentí una paz
interior, que fue muy importante para mí, y esa paz me la había dado el Doctor
Bellido, porque me había transmitido la tranquilidad que yo necesitaba en ese
momento.
Leído el diagnóstico, el doctor, comenzó a
darme las primeras pautas de como teníamos que enfrentarnos a esta situación.
¨ME dijo:" hay dos tratamientos para esto. Uno es cirugía radical, es
decir, extraer tu próstata y otro consiste en tratarlo son sesiones de
radiología. Yo y dada tu edad te recomiendo cirugía". A esa afirmación,
respondí pues si tú me recomiendas cirugía, haremos cirugía.
La siguiente parte de la conversación, fue
sobre las pruebas que tendríamos que realizar, y en función de las cuales optaríamos
por una vía u la otra.
La primera prueba sería un TAC de huesos y
la segunda un TAC específico de la zona. Dichas pruebas ya me las solicitaba él
y yo solo tendría que estar atento a que me llamaran. Luego vino la parte de
tratamiento y sus consecuencias.
Me recetó unas pastillas (casodex), que
son exteroides y una vacuna que en principio tendría que ponerme cada tres
meses (decatepil, creo que así se llamaba). Me dijo" estés medicamentos
son básicamente para cortarle la alimentación a tu tumor, para tenerlo
controlado y que no siga avanzando. Los efectos secundarios serán, sofocos y
disfunción eréctil.
Nuevamente me volvió a tranquilizar y de
esa manera abandoné la consulta. Preocupado, contrariado, incrédulo, algo
nervioso y con la duda si contarlo o no contarlo hasta que tomásemos una
decisión definitiva.
En cuanto traspasé el umbral de la puerta
de la consulta, la primera imagen que vi fue la de Izan, con Toñi, ajeno a todo
lo que me había sucedía hacía apenas unos minutos, en su mundo de niño de siete
años. Toñi se me acercó y me dijo, que lo sentía mucho, que me había adelantado
la cita porque ella ya sabía los resultados y que había intentando buscar el teléfono
de Ana para que me acompañase en este duro, durísimo momento, pero que no le
había sido posible. Yo le respondí, tranquila, gracias por todo, esto es lo que
hay y así hay que asumirlo, al tiempo que mi mirada seguía puesta en Izan y por
un momento casi se me saltan las lágrimas. Pensé, esto es una putada, para
todos, pero por un momento mi mente se puso en lo peor y la mayor putada era
para los niños y para Ana, no se merecía que si pasaba algo se quedase sola
educando a nuestros hijos, batallando con ellos y mis hijos pasarían lo mejor
de su vida sin un padre... Mientras pensaba todo esto, nos íbamos dirigiendo
hacia la salida del centro hospitalario, Toñi, con su mano sobre mi hombro dándome
ánimos, tratando de consolarme en la medida que podía. Llegamos a la puerta de
salida y nos despedimos con un par de besos y un fuerte abrazo. Ese abrazo fue
muy importante para mi, en ese momento necesitaba, justamente eso un abrazo de amino,
de cariño, digamos que fue como si cargará las pilas. Y así nos despedimos
hasta el viernes por la tarde que nos veríamos en la hípica a la hora de clase
de sus niñas. Yo en todo momento trataba de abstraerme de todo, Izan iba de mi
mano, haciéndome cientos de preguntas, de futbol, tenis... Me costaba mirarle a
la cara porque no quería que me viese mal. Todo el camino desde la residencia sanitaria
hasta casa, unos 15 minutos, mi cabeza daba vueltas y vueltas. Lo contaré, no
lo contaré, esperaré. Si espero seré capaz de disimular, pero por otro lado
pensaba que si no lo cuento no estaría siendo justo con mi mujer Ana. Un
dilema, que pronto resolví.
Al poco tiempo de llegar a casa, me
dispongo a hacer la comida, como siempre, cuando suena el teléfono... es
Ana.
ANA. "¡hola!"
YO "¡hola!"
ANA "que tal?, que te dijeron?"
YO. " Pues no hay buenas noticias, me
dijeron que tenía un tumor"
Ana "¿cómo?
Yo "Pues eso. Cuando llegues a
casa te cuento."
Seguí haciendo la comida, pero mi cabeza
como es lógico estaba en otra cosa.
Al cabo de unos
diez minutos, Ana llega del trabajo .
Nos ponemos a hablar y le cuento
toda la historia. Le digo que el médico simplemente e había dicho que había un
tumor , que está controlado y que tendría que hacerme dos pruebas más
para luego decidir lo que haríamos, pero que él me recomienda hacerme una cirugía
radical de próstata, es decir, se sacaría la próstata.
En ningún momento el doctor me nombró la
palabra Cáncer, o yo no la escuché, siempre escuché la palabra Tumor.
Ana me comenta que si es un tumor no tiene
que ser precisamente maligno, yo le doy la razón aunque pensaba que si el
85% de las muestras biopsadas daban tumor, lo normal es que fuese maligno.
Esta tarde como siempre sobre las 4.30 me
voy a trabajar. La verdad es que me costó mucho concentrarme en el trabajo, mi
mente daba vueltas y más vueltas, no encontraba explicación a lo que me estaba
sucediendo, pero por otro lado si le había tocado a otros, porqué a mí no.
Ese miércoles y el día siguiente jueves,
fueron días raros, atípicos, me movía entre la incredulidad, la angustia, los
nervios, ansiedad....Tenía claro que se avecinaban días largos y seguramente
duros y había que asumir rápidamente lo que teníamos, para empezar la batalla
cuanto antes, tenía que olvidarme de muchas cosas ya que empezaba una nueva
etapa en mi vida y la de los que me rodean. Lo primero que había que hacer
después de asumir la situación, era empezar a calmarnos y calmar a los tuyos,
tomarnos las cosas con la mayor naturalidad posible...Por tanto la primera
cuestión de la que tenía que auto convencerme es de que yo no estaba enfermo y
que como dependía de mi este tumor las iba a pasar canutas conmigo. Tendría que
pensar en un nombre para dirigirme él. Y no sé porqué se me vino a la cabeza el
nombre de PACO y así lo bauticé. Giré mi cabeza hacia abajo, hacia mi barriga y
exclamé "desde ahora te llamarás PACO. Y así fue. Ahora tenía un PACO en
mi cuerpo que ya llevaba un tiempo conmigo, aunque nunca nos habían
presentado y ahora que nos conocemos me acompañaría a todos los lados, pero le
hice saber que le quedaba conmigo poco tiempo, que más temprano que tarde lo
echaría fuera de mí para siempre.
Fuerza amigo
ResponderEliminarmuchas gracias por compartir tu historia,un saludo y mushisima suerte
ResponderEliminarMucha fuerza y un abrazo enorme.
ResponderEliminarLo superarás, no tengo ninguna duda.